¡Ah, la inteligencia artificial! ¡Qué maravilla del siglo XXI! Eso sí, no sé si llamarla "inteligente" o simplemente "pesada". Porque, vamos a ver, ¿en qué momento se nos fue de las manos esto de la tecnología? Antes uno tenía que tener cuidado con los charlatanes en la calle, pero ahora ni te hace falta salir de casa, que los tienes a todos metidos en el móvil, el ordenador y hasta en la tostadora si te despistas.
Es que te levantas y ya te están bombardeando: "¿Quieres saber cuál es el mejor café para empezar el día? ¡Pregunta a tu IA!" No, mira, prefiero preguntarle al camarero de toda la vida, que además me da conversación y no me sugiere que actualice el software cada cinco minutos.
Pero claro, las redes sociales, esas sí que están cargaditas de IA. Si Instagram fuera una persona, sería ese amigo que no te deja en paz: “Eh, ¿quieres que te retoque las fotos? ¿Quieres que te sugiera qué hacer este fin de semana? ¿Quieres que te diga con quién debes salir? ¡Yo lo sé todo!”. ¡Qué empacho! Si seguimos así, en lugar de salir con amigos, voy a tener que llevar a mi cita a cenar con ChatGPT. ¡Qué romántico! Le pides el menú, y la IA te dice que mejor no pidas pasta porque hay un 78% de probabilidad de que acabes con salsa en la camisa. ¡Venga ya!
Y no hablemos del contenido patrocinado. Ahora resulta que hasta el algoritmo sabe mejor que tú lo que te gusta. "Ah, te has parado dos segundos en un vídeo de gatos... ¡Pues toma, una serie infinita de vídeos de gatos!" Y claro, luego sales a la calle, ves un perro, y tu cerebro, reprogramado por la IA, te grita: "Eso no es un gato, ¡pasa de largo!"
Yo estoy convencido de que en nada nos pondrán un chip en el cerebro, porque parece que lo que quieren es que no podamos ni salir a la calle sin la IA al lado. Que si te vas de viaje: "Mejor consulta a la IA, no vaya a ser que te pierdas." Que si vas a hacer la compra: "Deja que la IA te haga la lista, no vaya a ser que compres brócoli en lugar de patatas fritas." ¡Venga, hombre! Si hasta para bajar la basura te recomendarán una IA que te diga a qué hora hay menos vecinos cotillas en el portal.
¿Y los coches inteligentes? Ahí sí que me parto. Ahora resulta que tienes que estar pendiente del coche que habla más que tu suegra. "Eh, cuidado, hay un peatón a la derecha, ¿has visto el semáforo?, ¡te estás acercando al límite de velocidad!" Mira, coche, si me voy a equivocar, ¡déjame equivocarme en paz! Que parece que me he montado con un profesor de autoescuela, no en mi coche.
Y luego está el tema del trabajo. Antes la gente decía: "Oye, ¿tienes un contacto que me eche un cable con este currículum?" Pues ahora ni eso. "Eh, pásame tu currículum, que mi IA te lo mejora." ¡Genial! Que la IA le quite el curro al amigo, al primo, al cuñado... ¡A todo el mundo! Y claro, la empresa ni se molesta en leértelo: "No hace falta que vengas a la entrevista, ya hemos hablado con tu IA, y francamente, eres más aburrido que ella."
Yo lo veo claro: dentro de poco, para salir a comprar el pan, tendrás que meter los datos en una app, te responderá la IA y te dirá: "Compra pan de espelta, es lo último en tendencia." ¡El pan de espelta, por favor! ¿Desde cuándo el pan necesita tendencias? A este paso, el futuro será: humanos sentados en el sofá viendo cómo las IA hacen las compras, cocinan, y hasta tienen citas entre ellas.
Vamos, que como sigamos así, pronto tendremos que pedir permiso a la IA para respirar. Eso sí, al menos, nos recomendará la forma más eficiente de hacerlo. Y quién sabe, igual nos sugiera hacerlo con un "filtro" para que la foto en redes quede bien. ¡Lo que hay que ver!
ANDY CHEN
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